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25 de marzo en Argentina

27-MAYO • Argentina • Global

Toda historia tiene un inicio…cada vida empieza en la concepción

En Argentina, cada 25 de marzo se celebra el Día del Niño por Nacer, ponderando la importancia de la protección humana desde la concepción en el vientre de la madre. Esta fecha fue instituida en el año 1998 por iniciativa presidencial a través del Decreto 1406/98, luego de una entrevista con el Papa San Juan Pablo II en la Ciudad del Vaticano.

Es importante destacar que esta fecha coincide con la Solemnidad de la Anunciación cuando el arcángel San Gabriel anunció a la Virgen María que iba a concebir a Jesucristo el Salvador y coincide con los nueve meses antes de la Natividad del Niño Jesús el 25 de diciembre. Actualmente en varios países se celebra esta festividad como por ejemplo en Guatemala, Costa Rica, Perú,Uruguay, Chile, Brasil, España entre otros..

Así también, en las campañas de 40 Días por la Vida en Argentina, cada 25 de mes es una ocasión para volver a unirse en la oración presencial y pacífica en las calles.

Esta grandiosa idea surgió dentro del propio cuerpo de voluntarios que vieron la necesidad de continuar con la presencia en las veredas frente a los hospitales y clinicas donde se practican abortos, una forma de seguir generando conciencia sobre la tragedia del aborto. Las campañas de Córdoba y Tucumán fueron las primeras en el país en llevar adelante estas vigilias «especiales» y posteriormente esta iniciativa se fue replicando en las demás provincias.

Sin embargo, los voluntarios de Corrientes (Capital) y Berazategui propusieron reunirse cada primer sábado de mes en consonancia con el pedido de la Virgen del Rosario en Fátima a los tres pastorcitos. Lo que motiva a los voluntarios es generar conciencia y llamar la atención de la sociedad toda de que la vida humana es valiosa y merece todo el cuidado sin importar su grado de desarrollo y que las condiciones sociales no definen la dignidad de esa nueva vida.

«...Todo hombre abierto sinceramente a la Verdad y al Bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política.

Los creyentes en Cristo deben, de modo particular, defender y promover este derecho, conscientes de la maravillosa verdad recordada por el Concilio Vaticano II: « El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. En efecto, en este acontecimiento salvífico se revela a la humanidad no sólo el amor infinito de Dios que « tanto amó al mundo que dio a su Hijo único » (Jn 3, 16), sino también el valor incomparable de cada persona humana…» (Evangelium Vitae - San Juan Pablo II).

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