¡Mi proyecto de vida es siempre estar unido a Jesús!

Carlo Acutis nació en Londres, Inglaterra, el 3 de Mayo de 1991. Murió en Monza, Italia, el 12  de octubre de 2006 y fue beatificado en la Basílica de San Francisco de Asís el 10 de octubre de 2020.

Toda alma creada por Dios tiene una misión. Nosotros no somos quiénes para decidir si esa alma ha de vivir o cuál es su misión. El hombre no es capaz de ver el plan de Dios si no ve la vida como una bendición y cómo la vida trasciende en la Iglesia, la familia y la humanidad. Nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, creados a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, debemos respetar su dignidad desde la concepción hasta la muerte. No olvidemos que la vida es un don gratuito de Dios. Carlo Acutis decía: “Nuestra vida terrena es el paso para la vida eterna y es nuestra gran oportunidad para ganarnos el cielo“. También lo resumía así: “Todos nacen originales pero muchos mueren como fotocopias“. Es decir, todos estamos llamados a la santidad y debemos testimoniarla en los actos diarios, para que con ello logremos arrastrar a otros a la unión con Jesús, para hacer el bien. Lo que significa, por ejemplo, respetar la ley natural, nuestro cuerpo, nuestra vida y la de los demás. Madre Teresa de Calcuta dijo: “No busquen a Jesús en tierras lejanas. Él no esta allí ¡Está cerca de ti! ¡Está contigo! Si tienes ojos para ver, te encontraras en Calcuta en cualquier lugar del mundo. Debes amar y ver a Jesús en el rostro desfigurado de los más pobres, los que no tienen voz, los más indefensos, como los que están en el vientre de sus madres y corren el peligro de ser abortados. En cada aborto es a Jesús a quien crucificamos a muerte. Carlo Acutis a menudo repetía: “No yo sino Dios. La tristeza es la mirada hacia uno mismo. La alegría es la mirada hacia Dios“. Qué tristeza es ver que una madre, por egoísmo, sacrifica a su propio hijo en su vientre. Y qué alegría es ver cumplida la voluntad de Dios en el sí a la vida de una madre.
Carlo Acutis testimoniaba que el destino de toda alma es el Cielo y ésa era su meta. La esperanza cristiana está centrada en la vida eterna. Es la fe de las cosas que se esperan y no se pueden ver. Para lograrlo tenemos que dar a Dios nuestro sí y así podremos renunciar constantemente a lo mundano y amar cada día más a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Dios es el dador de la vida. Somos frutos de su amor. Carlo nos decía: “La vida es un trampolín hacia la eternidad. Todos estamos destinados a la eternidad. Así pues, la muerte se convierte en la puerta para la vida eterna”.  “Jesus es todo para mí y mi deseo es imitarlo e ir al Cielo y en mi vida terrena debo ser capaz de llevar la luz de Jesús a la oscuridad”.
De nosotros depende si morimos como originales o como fotocopias. Nuestro corazón y nuestro cuerpo es templo del amor de Dios y debemos respetar lo sagrado de nuestra alma y nuestro cuerpo. Para Carlo Acutis Todo hombre era sagrado. Siempre dejó que Jesús entrara en sus relaciones. Siempre trató de renunciar a sí mismo. Por ello irradiaba el amor de Jesús por su creación. El suyo por imitar a Jesús le llevó siempre a defender la dignidad de la vida desde la concepción.

Para Carlo Acutis todo hombre era sagrado. Siempre dejó que Jesús entrara en sus relaciones.

Siempre trató de renunciar a sí mismo. Por ello irradiaba el amor de Jesús
por su creación. El suyo por imitar a Jesús le llevó siempre a defender la
dignidad de la vida desde la concepción.